Capacitación estratégica
Un espacio para compartir ideas e información sobre el fenómeno organizacional
La estrategia es el plan y la táctica la acción no prevista.
La estrategia supone objetivos, metas, actividades, acciones, etcétera. Todo ello está planificado.
La estrategia necesita de la información, del análisis y, a veces, hasta de la discusión.
Todo lo anterior quizá esté presente en la táctica, pero en otra dimensión temporal. El estratega puede tomarse su tiempo, el táctico no.
Pese a toda la información que maneja, una estrategia no puede preverlo todo. En ese sentido, la mejor estrategia no gana una guerra.
Una táctica brillante puede ganar una batalla, pero jamás la guerra.
El talento táctico de un equipo nos permite superar las contingencias, inalcanzables para el ojo del estratega.
El talento estratégico de un equipo reduce el número de contingencias.
El táctico transita el camino al objetivo, el estratega lo indica. El talento estratégico y el talento táctico son fundamentales para el éxito. Sin embargo, difícilmente pueden encontrarse en una sola persona.
Un monje acostumbrado a trabajar con papiros intenta entender como "funcionan" los libros.
“Cero defectos” es una de las expresiones emblemáticas de la teoría de la Calidad Total, que tuvo su mayor impacto, por estos lares, en los 90. Recuerdo a varios profesores que repetían en sus clases la anécdota en la que los ingenieros de una empresa japonesa no lograban entender a qué se referían los compradores norteamericanos cuando les advertían que solo aceptarían un pequeño porcentaje de unidades defectuosas. En esos años los japoneses eran los reyes de la calidad total, y por ende, del “cero defectos”. No estoy muy seguro que se haya conseguido esa aspiración, pero me parece válida en la medida que refleja una actitud. La actitud de buscar hacer las cosas bien en todo momento. Considero que la esencia de la idea del “cero defectos” se representa muy bien en la archiconocida Ley de Murphy. En realidad no es, strictu sensu, una ley, sino, también, una actitud. Según Edward Murphy, si existe la posibilidad (por mínima que esta sea) de que algo salga mal, entonces saldrá mal. ¿Qué se desprende de lo anterior? Hay que hacer todo bien para que no exista ninguna posibilidad de que algo resulte mal. O sea, “cero defectos” .
La única forma de que el líder logre resultados es alcanzado legitimidad frente a los liderados. Si eso no ocurre -por más que se esté al frente- no conseguirá encauzar, con efectividad, el comportamiento de los miembros del grupo. Esta realidad es muy frecuente en las organizaciones cuando los que fungen de jefes no consiguen un liderazgo efectivo a pesar de estar revestidos de autoridad formal. Esto no significa insubordinación, no quiere decir que sus órdenes no serán obedecidas. Sin embargo, poco se puede conseguir si las personas solo se limitan a hacer lo que se les pide. En esas circunstancias, no se tiene un equipo, no se tienen colaboradores; solo subordinados.
A propósito de la labor de los consultores, comparto este chiste que me llegó en el newsletter Nº 69 de Ser Humano y Trabajo.Ustedes dirán cuánto se parece a la realidad.
En el libro La reinvención del gobierno, de Osborne y Gaebler, se define efectividad como una medida de la calidad de las metas que hemos alcanzado. Es decir, la efectividad significa no solamente alcanzar resultados (por más eficientes que hayamos sido) sino que esos resultados sirvan, que sean realmente útiles.
Por lo tanto, de poco vale ser eficiente y eficaz si no somos efectivos.
Finalizo con una frase lapidaria de los autores mencionados: "No hay nada más ridículo que hacer de un modo eficaz algo que debe dejar de hacerse"